Entré en la caballeriza, de todo aquel internado era el lugar donde yo me sentía mejor, llevaba toda mi vida allí, no podía respirar el aire de fuera porque había gente que nos quería hacer daño, a veces me preguntaba que hubiera pasado si yo y mis hermanas no tubieramos aquellos malditos poderes, quizas ahora estariamos con nuestros padres disfrutando de día y abranzadolos fuerte porque eran lo mejor de nuestras vidas... Yo no había escogido aquel camino, si pudiera volvería atrás, ojala en aquel día me hubieran llevado, ahora mis padres seguirían vivos. Dolía pensar en ellos, aún que solo tenía buenos recuerdos, y eso lo mejor, poder recordarlos con una sonrisa en la cara. Me aproximé a Kitcha, era mi caballo, me lo había regalado el director antes de morir, aún que su hijo tambien es bastante amable con nosotras, Kitcha es una caballo negro, y lo que más me gusta son sus ojos, el centro es de color negro y por fuera es blanco, paso horas hablando con él como si él me entendiera y le miro a los ojos, parece tan sincero que hasta parece que me escucha de verdad, llegué a su lado y él enseguida asomó la cabeza, yo sonreí, me encantaba aquel animal y cuando andaba en él parecía que estaba volando.
- Echo de menos a mis padres Kitcha, les echo mucho de menos - le dije mientras daba un suspiro y acariciaba su pelo